Estas son dos mujeres que se mueren y en el cielo una le pregunta a la otra:
— ¿Y usted de qué murió?
— Congelada.
— ¿Ah si? ¿y qué se siente al morir así?
— Pues primero se te congelan los dedos de los pies y las manos; poco a poco todo el cuerpo, y luego te entra un sueño muy profundo.
— ¡Vaya! Qué mal, ¿no?
— Si, y ¿cómo murió usted?
— Pues de un ataque al corazón.
— ¿De un ataque al corazón? ¿Y cómo fue?
— Pensaba que mi marido me engañaba con otra y un día volví antes de tiempo a casa; entré deprisa a la habitación y no había nadie, busqué en el sótano y tampoco, en la buhardilla, en el trastero, en toda la casa, y cuando subía las escaleras para preguntarle a mi marido me dio el ataque al corazón.
— ¡Tonta! ¡Si hubieras buscado en la nevera ahora ambas estaríamos vivas!