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— Doctor, doctor, ¿qué puedo hacer para que mi hijo no se mee en la cama?
— Qué duerma en el baño.

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―Le hemos concedido su hipoteca.
―¿Me podría poner el mínimo interés?
―Claro, usted vaya hablando, que yo miro el móvil y no le hago ni caso.
— Quiero apostatar
— Pero oiga, esto es un casino.
— Yaya lo sesé ¡Totodo al nenegro!
— Oye ¿de qué signo es tu mujer?
— Pues debe ser de exclamación, porque se pasa el día gritándome.
25
Dos amigos que se van de caza, cuando a uno le da un apretón, se aparta y empieza a desahogarse con tan mala suerte que le pica una serpiente en sus partes.
El otro llama a emergencias y el médico le responde que tiene que buscar la picadura y chupar hasta sacar el veneno,
Al verle la cara el amigo le pregunta que le ha dicho el medico, y el amigo le responde:
— Nada, que te mueres, que te mueres.
En el compartimento del tren, una señora se sienta y coloca un cesto en el asiento que tiene a su lado.
Al cabo de un rato, un señor iba a sentarse sobre el cesto, sin percatarse, a lo que la señora chilló:
— ¡Cuidado con los huevos!
— Perdone, señora. ¿Son huevos?
— No, son agujas.
— ¿Pero al final cómo se llama, Emilio o Ismael?
— Mira mamá, déjalo, llámalo correo electrónico y no te compliques.
— ¿Nervioso?
— Sí, un poco.
— ¿Es esta tu primera vez?
— No, ya había estado nervioso antes.
Un señor ve a un amigo por la calle, y como le parece triste le pregunta:
— Oye Juan ¿qué te pasa?
— Es que casi atropello a mi suegra.
— ¿Qué pasó? ¿Te falló el freno?
— No, el acelerador.
— ¿Qué llevas en esa cesta?
— Si lo adivinas, te doy un racimo.
— ¡Croquetas!
— Para año nuevo me he propuesto cuidar mejor a mis amistades.
— Yo a ver si empiezo lo del gimnasio.
— Gimnasio dice, el zampabollos.
— ¿Elena?
— Si, soy yo, dime.
— Te llamo para que sepas que sigo intentando conseguirte la luna.
— ¡Pero que cosas más bonitas me dices! Aunque sigo sin saber quién eres.
— Soy Juan, de la tienda de vídrios.
¿Sabes que acabo de escribir un libro sobre psicología inversa? Pero mejor que no lo leas.
Un matrimonio que viaja en coche tiene una discusión y después de un rato de silencio el marido ve dos burros a un lado del camino y le dice a la mujer:
— ¿Familiares tuyos?
Y la mujer le contesta:
— Sí, mis suegros.
— Alcánzame eso que he dejado allí, dentro de aquello.
— ¿El qué?
— Jo, Manolo, pareces tonto.
— He hablado con mi mujer y le he dicho que ella no es quien para juzgar a mis amigos, y que saldré con ellos cuando me de la gana.
— Claro que si ¿y que te ha contestado?
— Que no murmure entre dientes, que no se me entiende nada.
— He venido a pedirle la mano a su hija
— ¿Cuál, la mayor o la menor?
— ¡Caramba, no sabía que su hija tuviera una mano más grande que la otra!
— Oye Juan, ¿a tu abuela le gusta la mecánica?
— No, ¿por qué?
— Entonces es que la acaba de atropellar un autobús.
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