Un padre y un hijo, a cual más flojo, a las doce de la mañana acostados y le dice el padre al hijo:
— Niño, asómate a la puerta a ver si está lloviendo.
Y el hijo le contesta:
— Jo papá, ¿por qué no vas tu? Que estoy cansado.
— Porque yo no puedo.
— ¿Y por qué no llamas al perro a ve si está mojado?.