— ¿112? Tengo un herido.
— Vamos para allá. ¿Cuál es su estado?
— Soy soltero.
— ¡No! Del herido.
— Ahhh. Él es casado.
— No, hombre. Que cómo está.
— Yo bien, ¿y usted?
— No, que cómo está el herido.
— Pues herido. Por eso le estoy llamando
— ¿Dónde está usted?
— Con el herido.
— Pero en que parte.
— En el suelo. ¿Saben qué? Ya no importa que vengan. Se ha muerto.