Un matrimonio en la cama, él leyendo, ella medio dormida, y suena el teléfono.
Contesta el marido:
— ¿Dígame? No, se ha confundido. Para eso tiene usted que llamar a Comandancia de Marina. Sí, no, no me sé el número, sí, eso es, a Comandancia de Marina. Nada, nada, no se preocupe, si no dormíamos, adiós, adiós.
Ella abre un ojo y dice:
— ¿Quién era?
— Nada, uno que preguntaba si hay moros en la costa.