Entra un marino en un bar y pide una copa; inmediatamente un mono, que estaba encaramado en el techo, salta hasta la barra y comienza a remojar sus manos en la copa del marino como un poseso. Este, muy extrañado, pregunta al camarero qué pasa. El barman se encoje de hombros y le responde que no lo sabe, que es su primer día de trabajo y que pregunte al pianista, que lleva muchos años en el tugurio.
El marino, picado por la curiosidad, se acerca al pianista y le pregunta:
—¿Sabe por qué el mono moja sus manos en mi copa?
— Uhmmm. no me suena, ¿me la puede tararear?