Un gorrión de Bilbao, que va volando raso por la AP-68. Pasa un motorista y va y le pega un viaje al gorrión que le deja tripas arriba; lo deja inconsciente pero no lo mata.
El motorista se da cuenta, para en el arcén, coge al pobre gorrión, lo mete en el cofre de la moto y se lo lleva a casa. Cuando llega lo mete en una jaula, le pone un poco de pan, y un poco de agua.
Pasan las horas y el gorrión abre un ojo, abre el otro, y ve los barrotes, el pan, el agua, se queda pensando y dice:
— ¡No fastidies! ¡a que me cargado al de la moto!